En este post comparto algunas ideas que se me han ocurrido pensando en qué tipo de cosas pueden ser útiles para las personas a las que le cuestan las posturas de equilibrio. Si es tu caso y quieres compartir en el blog un comentario o truco que te va bien, te animo a ello. 😉
En posturas como el árbol, por ejemplo, como vemos en el último Yoga en viñetas, una de las cosas que me resulta más clara es que si consigo silenciar mi mente, al menos por unos segundos, mantengo más fácilmente el equilibrio. Para eso me ayuda tener los ojos abiertos y enfocar la mirada en un punto frente a mis ojos. Trato de hacer la postura con toda mi atención cada vez. Y observo como, en cuanto pienso en algo como por ejemplo “uy, estoy haciendo una postura de equilibrio y puedo caer”, caigo.
Concretamente en esta postura, raramente se trata de algo más técnico. De todas formas puedes repasar que tu pie y pierna de base estén estables poniendo atención en ellos. Abraza con tus piernas la línea media, la planta del pie de la pierna doblada presiona ligera y uniformemente la pierna de base y así mismo la pierna de base le devuelve la presión. Puedes mantener tus manos juntas frente al corazón o también alargarlas por encima de la cabeza.
Cuando estiro los brazos hacia el cielo me gusta sentir que alargo desde mi pelvis en las dos direcciones: cielo y tierra, así estiro los brazos conscientemente y también la pierna de base, enraizando la planta del pie. Como un árbol que crece hacia su copa y hacia sus raíces.
Una de las cosas que más me gustan de esta postura es que ¡es muy buena para observar patrones de nuestra mente! Os invito a que os toméis un momento para observar la actitud y el tipo de pensamientos que aparecen. Si hoy no has mantenido el equilibrio tal vez aparezca un pensamiento rápido que te dice: “lo has hecho mal” o tal vez un “me han visto, qué vergüenza”, o “ mira, los demás lo están haciendo bien”, o tal vez pongas rápidamente una cara de “esto a mi no me sale, no se me da bien”… Observa la tendencia de tu pensamiento; simplemente observarlo es más que suficiente.
Trata de tener una actitud neutra, tanto si la postura te sale “de libro” como si el equilibrio te está costando. Recuérdate (tantas veces como haga falta) que lo importante no es la imagen externa de la postura. Si te cuesta el equilibrio, subir y bajar de la postura unas cuantas veces, ¡es un buen ejercicio! Tan bueno como mantenerlo para el que no le cuesta. Así que no dejes que tu mente saque conclusiones rápidas ni te compares.
Si te cuesta el equilibrio, aceptar esto y sin embargo no crear una creencia del tipo “a mi no me sale esta postura” es un gran ejercicio, así cada vez podrás subir a la postura con una actitud abierta y con toda tu presencia y atención. Sin pensar si otras veces te ha salido bien o mal porque ese tipo de pensamientos a menudo nos limitan.
Así pues te recomiendo que ni siquiera pienses “voy a intentarlo” porque ahí estás dando un buen espacio a tu mente para este tipo de dudas… Tenía un profesor que decía “no lo intentes, ¡hazlo!”.
sera este el profe que comentas?? 😀
Buena, reflexión. Intentaré seguirlo, a ver si va a ser por eso que se me dan mal 😉, porque en mi mente siempre me digo, uf postura de equilibrio, con lo mal que se dan…
Si, a veces nos autoboicoteamos sin darnos cuenta! Otro ejemplo que decimos a veces es el de un/a niñ@ empezando a caminar. Se cae muchas veces pero nunca dice ‘ya no le intento más, esto no es lo mío’, ni siquiera ‘me he caido otra vez…’, es una buena actitud a recuperar! 🙂 Cuéntanos, si lo pones en práctica, si disfrutas más de esas posturas! Gracias por tu comentario, seguro que a much@s nos resuena 😉