¿Has abandonado tu práctica alguna vez?
Ya sea por días, semanas o años. Puede ser. Tenías un hábito que te sentaba bien o que era necesario para tu bienestar… Una rutina de autocuidado, una práctica física que te ayudaba a desconectar de tu mente, un paseo en soledad o un tiempo de meditación en silencio… No sabes cómo pero la determinación se ha ido disolviendo o simplemente tu vida se complicó de golpe y recortaste por ahí…

Analiza los motivos
Si crees que vas a avanzar más en tu trabajo, que vas a cuidar mejor de tu familia o que vas a disfrutar más con tu pareja por dedicarles más tiempo (incluso esa media hora que podrías dedicar a tu práctica personal de silencio, de yoga, de lo que te sea útil a tí…), ¡Pregúntate si es verdad! Una cosa es que sea algo puntual, y claro que puede darse. Pero si es recurrente, analiza si el tiempo que ofreces es de calidad o si la concentración que tienes en el trabajo es óptima. Si no lo es, cuestiónate si un ratito de práctica puede incluso ayudarte a cumplir y cuidar mejor de tus tareas y relaciones.
¿Y si el famoso: Y volver, volver, volver…
nos lo dedicamos a nosotr@s mism@s?
Nuestra práctica es tal vez el arte de establecer una buena relación con nuestro ser. Son esas citas, esos momentos cuidados donde ponemos nuestro enfoque y esfuerzo en el encuentro de nuestra propia compañía y presencia.
Volvemos una y otra vez, cada vez que nos distraemos
Hoy quiero hacer un pequeño homenaje al gesto de volver. Volver a tu práctica cuando la has dejado de lado un poquito, o cuando la has abandonado del todo. Pero incluso al momento de volver a concentrarse cuando, durante el tiempo que estás en la esterilla o en tu cojín o silla de meditación «te ha conquistado» una distracción.
Volver. Yoga es ahora, siempre ahora. Y, en el mismo instante en el que estás «volviendo» o incluso antes, «cuando te acabas de dar cuenta de que te has ido», ya has entrado de nuevo en el terreno de tu práctica consciente. Honro ese momento y el paso de Volver, de elegir, de dar el Sí a lo que verdaderamente es valioso para tí.
Y en ese instante precioso, no pierdas ni un pensamiento en mirar atrás y pensar qué distraída he estado o qué mal lo he hecho o no merezco volver, celebra el estar de vuelta, sin darte más tiempo a distraerte por lo distraída que has estado. Lo importante es que estás ahora estás aquí.
Yo se perder, yo se perder, quiero volver, volver, volver, sigue la canción. En el caso de la práctica, bien merece la pena «perder» pequeñas distracciones (aunque parezcan placenteras por un momento) o «perder» presiones excesivas de tu vida (aunque parezcan obligatorias a veces) para priorizar lo importante de nuevo y volver a sus brazos otra vez.


Si…
¿Te falta tiempo?
¿Te cuesta la disciplina?
Pero realmente quieres hacerlo…
Puede interesarte leer:
¡No más excusas! Ayúdate con microprácticas 😉