Si estás leyendo esta reflexión tal vez intuyes que la intuición existe pero tu mente no te deja confiar en ella en paz. Tal vez busques confirmación, compartir o descubrir algo más que te permita saber y creer que estás preparada para intuir.
Por supuesto hay herramientas y técnicas que se pueden desarrollar pero ni siquiera eso me parece tan importante. Seguramente reconozcas que tu vida ha estado y está guiada por una fuerza mayor a la mente y las emociones y las historias culturales y familiares.

Nunca me he considerado una persona intuitiva, psíquica ni nada que se le parezca, ni siquiera he pensado mucho en ello. Hay personas mucho más intuitivas que yo, hablan con animales, ven ángeles o predicen el futuro, no sé si a su antojo. Hay muchas personas que dicen hacerlo y tal vez no lo hacen. Pero algunas lo hacen, de eso estoy segura.
Si me pongo a mirar atrás, por supuesto he tenido momentos reveladores que bien se podrían llamar intuiciones para la mente corriente. Pero cada cosa en su momento resulta muy natural, y las que son muy extraordinarias a veces resulta difícil hasta contarlas.
Mis entrañas o las mariposas en la piel me han dicho cuando tenía que hablar y cuándo callar, mil veces. Una sensación de hormigueo me ha dado certeza de que la persona frente a mi entendía lo que estaba diciendo. Un impulso vital me ha llevado a actuar de una manera totalmente sorprendente para mi pero acertada al fin y al cabo. Por algún motivo deshago mis pasos y atrás me encuentro con alguien que trae un mensaje para mí. Algo me ha empujado siempre en la dirección correcta. Quiero escuchar una historia concreta, la he buscado mil veces pero no aparece, rezo, hago clic en Youtube y ahí está. Quiero llegar a una ermita, después de caminar todo el día siguiendo el mapa y lo que alcanza la vista me doy por vencida y vuelvo hacia el coche, de pronto mis pies empiezan a correr por un camino estrecho y llego a ella. A veces he recibido mensajes con ciertas cosas que iban a ocurrir, a veces no han sido tal cual y otras veces sí. A veces he sacado una carta de un oráculo que ha dado en el clavo y ha callado el ruido mental (a veces he sacado las mismas cartas dos veces seguidas, en el mismo orden). A veces me he encontrado monedas en el suelo mientras caminaba preocupada por mi condición económica y simplemente he sabido que algo estaba cuidando de mí. ¿Y tú, has tenido alguna experiencia como esta?

Hoy me planteo que no dar voz a estos fenómenos a veces nos dificulta el reconocimiento de todo lo que somos, el florecimiento de nuestros dones, y el empoderamiento de saber poner límites donde corresponden. Por eso he creado este espacio de reflexión, porque quiero honrar esta lucidez que se presenta en la vida ordinaria.
No puedo reproducir la cita exacta, se la escuché a Tosha Silver, pero era algo así: a un punto se despierta una voz interna a la que llamamos intuición, pero cuando nos acostumbramos a contar con ella, dejamos de llamarla intuición para considerarla nuestra propia voz.

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