Considero que he conectado mucho con el formato del seminario, debido a que se han intercalado de manera fluida los momentos de práctica meditativa, con los de reflexión individual e intercambio de opiniones y sensaciones. El espacio que se ha dedicado en cada sesión a un pequeño desayuno compartido también me ha parecido muy importante para conectar entre las participantes de una forma más espontánea y personal.
Con respecto a los contenidos propuestos, me han parecido muy interesantes tanto en su parte más teórica como en la práctica, ya que siempre se han acompañado de explicaciones e interrelaciones. Todos los contenidos compartidos me han parecido herramientas para reflexionar y entrar más en contacto con mi interioridad y dimensión meditativa. No solo las prácticas de meditación realizadas en los talleres, sino también los contenidos más teóricos, han dado lugar a una experiencia íntima de introspección y autocuidado.
Este taller me ha servido para volver a casa, para recordarme lo que es verdaderamente importante; trabajo imprescindible de hacer a menudo con una misma. Gracias Ana, por tu amor y acogimiento.
Es un taller en el que estar con los ojos abiertos, despiertos, atentos y curiosos. Sin embargo, al final, esta mirada se vuelve lo esencial del retiro mismo. Se te acompaña con calidez a traspasar estos ojos a tu día a día.
Este taller es un espacio de reconexión, reencuentro y apertura.
A través de caminos intensos, Ana me ha guiado con y desde el corazón a lugares que están en mí pero que dificilmente tengo ocasión de ver. Me marcho con una sensación de paz y de ilusión y con un maletín cargado de herramientas que me permitirán (espero) volver a ese lugar de paz que he descubierto estos días, y hacerlo mi hogar permanente.
Gratitud inmensa al Universo por haber puesto a Ana en mi camino.
Gratitud inmensa a Ana por su sabiduría y generosidad.
Llegar a Can Benet (espacio precioso e inspirador) ya fue una invitación a parar, respirar y reconectar. Este retiro con Ana me ha servido para identificar algunos antiguos patrones que me cargan y me hacen sufrir, así como para «subir a la montaña» y recuperar una vista mucho más amplia, liviana y presente de mi vida.
He reconectado con aquello que me da sentido y me llevo varias herramientas prácticas para aplicar en mi vida cotidiana.
Un espacio de reflexión y cuidados de lo más sanador. ❤️
Para mi las mejores clases de yoga. Muy equilibradas y enfocadas a los alumnos asistentes a cada sesión. Tiene clases presenciales y online. Yo hago las online y estoy encantada de no tener que moverme de casa. Hacemos llamada por zoom y nos pregunta qué tal estamos, si nos duele algo y qué tipo de clase queremos y luego las sube (solo su video) a la web para que tengamos acceso a repetir cualquiera. Durante la clase nos corrige y nos ayuda, y si tenemos dudas podemos abrir micro y preguntarle.
Las clases online son muy cómodas. Te ahorras salir de casa, coger el coche, aparcar… Una gozada. Y al final de la clase hacemos un ratito de meditación. También hay clases enteras de meditación los jueves.
Hace un año más o menos mi novio y yo empezamos las clases de Yoga en «El Centro Integral de la Salud» con Ana. Para mí no era mi primer contacto con el Yoga, pero para mi novio sí. Una de las cosas que más valoramos de sus clases es su manera de adaptar cualquier ejercicio y postura a la persona teniendo en cuenta sus dificultades y limitaciones.
Su trato encantador y su comprensión hacen posible que cualquier pesona sea bienvenida a sus clases, además creo que hay pocas profesoras que te haga sentir así en sus clases.
Nosotros hemos aprendido muchísimo y nos ha servido para relajarnos y tomarnos la vida de otra manera, realmente se lo recomiendo a todo el mundo.
Entré en el yoga gracias a mi madre cuando era una niña y me ha acompañado a lo largo de los años. A medida que he crecido, he ido descubriendo el verdadero significado de la práctica y todo lo que me aporta. Con Ana he encontrado un refugio para reencontrar mi equilibrio y realizar mi práctica con exigencia pero siempre mimando mi cuerpo y mente. Las clases son ese tiempo irrenunciable que me dedico a mí misma, mi mayor tesoro.
Después de pasar por distintos profesores de yoga, con Ana conseguí acercarme a esta práctica a partir de un respecto hacia el propio ritmo del cuerpo y a partir de un diálogo íntimo con él. Sus indicaciones de extrema suavidad y su manera de arropar cualquier estímulo entorpecedor para la práctica son una enseñanza que, más allá del yoga, se trasladan al día a día.
Asisto pocas veces a las clases de Ana (por un tema de mis horarios/logística familiar) pero las veces que lo he podido hacer he disfrutado de muy buen ambiente, gran profesionalidad y una energía muy positiva de la profe que me hace sentir protagonista de mi propio proceso corporal, al mismo tiempo que sigo sus propuestas, muy acertadas y siempre respetuosas. Gracias.