Hatha Yoga es, seguramente, el yoga más extendido en occidente, se basa en posturas, respiración, conciencia corporal… y tiene una base filosófica común con las otras ramas del Yoga, ya comparte su propósito, que es el reconocimiento del Ser.
Como trabajo físico nos ayuda a mantener el cuerpo en forma y con buena salud. A menudo se reducen y desparecen dolores antes habituales (migrañas, dolores de espalda, hinchazón abdominal…), mejoramos la calidad de nuestro descanso y de la vida diaria (durmiendo mejor o manteniendo el tono abdominal y del suelo pélvico, por ejemplo), ganamos flexibilidad y reducimos tensiones musculares mediante los estiramientos y la relajación.



La respiración es uno de los focos principales. Haciéndonos consciente de ella y mejorando el uso de nuestra capacidad pulmonar, no solo nos beneficiamos físicamente, sino también mental y emocionalmente, ya que una respiración larga y profunda ayuda a reducir la ansiedad y a tomar perspectiva de las cosas.



La escucha interna. El yoga, aunque trabajemos con posturas, es una práctica de autoconocimiento que invita a llevar la atención internamente durante todas las acciones. Aprendemos a entender el lenguaje de nuestro cuerpo, nos hacemos más conscientes de nuestros patrones emocionales y mentales. Nos movemos hacia una mayor salud y claridad.



La actitud en el yoga es el fundamento que lo diferencia de otras prácticas meramente físicas. Es una invitación a tratarse con respeto, a buscar el esfuerzo justo, a moverse en el camino que transcurre entre las posibilidades y los límites del momento. El yoga es una invitación a esforzarnos por amor a la vida y a dejar la competitividad de lado. Yoga es también descubrir la acción que no viene desde el juicio o la comparación o «lo que debería».



Yoga también es el esfuerzo que hacemos los días que tenemos complicaciones y pereza pero acabamos por ir a clase o por desenrollar la esterilla o por sacar el cojín para meditar. Y también es lo que descubrimos que pasa, cuánto puede cambiar nuestro día, con ese giro que posibilita el Yoga. Es decir Sí.



Yoga también es el resultado de la práctica. El «¡qué bien!» y la sonrisa con la que salimos de clase. El respeto y el cariño que se respira en la clase hacia cada un@ de l@s compañer@s. Porque cuando nos sentimos bien, miramos a los demás con buenos ojos y el amor se vuelve el clima de nuestros movimientos y pensamientos.
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